domingo, 2 de marzo de 2008

Duelo fratricida

Natalie Portman y Scarlett Johansson rivalizan por el amor de Enrique VIII en una película que el público salvó de la crítica en el festival de Berlín

Imagine por un momento que usted, que tiene estudios de cine pero nunca ha dirigido una película, es elegido por una importante productora para llevar a la gran pantalla un famoso 'best seller' de época. Le dicen que va a manejar cifras de vértigo. Que contará con una gran promoción y distribución. Y que va a dar órdenes no sólo a Eric Bana, ese actor australiano que tanto le gusta, sino también a Scarlett Johansson y Natalie Portman, dos de las más vistosas reinas del cine americano a las que usted va a juntar por primera vez en un filme.

Todo esto viene a ser lo que le ha pasado al primerizo Justin Chadwick, un británico que aún dice sentirse nervioso cuando recuerda los primeros pasos de 'Las hermanas Bolena', la adaptación de la novela de Philippa Gregory que la editorial Planeta, con su sentido habitual del negocio, ya distribuye en España. En ella, Johansson y Portman, embutidas en corsés torturadores y exhibiendo unos escotes de vértigo, interpretan a las dos parientes. Dos mujeres que pugnan con uñas y dientes por el amor y los favores del rey Enrique VIII (Eric Bana), líder calenturiento de una corte en la que rodaban cabezas con sobrecogedora facilidad.

El cine, como la literatura y la historia, ya se ha encargado varias veces de Ana Bolena (Portman), esa mujer fatal que enloqueció aún más al caprichoso monarca inglés. Es por ello que el principal atractivo de 'Las hermanas Bolena' resida en la relación que mantiene esta líder venenosa con su hermana pequeña María (Johansson). Un duelo de celos y ambición que propicia la decadencia de la poderosa familia Bolena, obsesionada por lograr dinero e influencias a costa de surtir de amores el lecho del monarca.

La malvada Natalie

La película, que cuenta con el gran aliciente de ver a la angelical Natalie Portman en un papel de villana total, elevó a un notable alto la nota en 'glamour' del pasado Festival de Berlín, lo que agradeció el público alemán e ignoró el siempre escéptico y desconfiado sector de la prensa especializada. Los críticos no tardaron en derrumbar esos castillos de frivolidad para denunciar el formato de teleserie o culebrón -según la mala leche de cada cual- que asume un filme que se detiene en la figura de María, la amante real que le dio un hijo bastardo al líder que después la sustituyó por su hermana ponzoñosa, a quien después mandó cortar la cabeza colocando la primera piedra de una guerra civil.

Para los buscadores de morbo, que los hubo durante las noticias que iban llegando sobre el rodaje, las supuestas rivalidades entre Johansson y Portman, dos multimillonarias de supuestos egos incontrolables, cayeron en el olvido a la primera de cambio. Resulta que en el rodaje se hicieron amigas y, según dicen, hasta lo pasaron bien, a pesar de sufrir los vestidos de época : «Apenas podíamos movernos. Eso es algo que te da muchas pistas de cómo se trataba a las mujeres en aquella época y de las limitaciones que tenían que soportar, reflejadas incluso en su forma de vestir», comenta Johansson.

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